La Comunión Tradicionalista es la agrupación política —que no el partido— de quienes práctica y teóricamente mantienen en toda su pureza doctrinal ese fenómeno, único en el mundo, que se llama carlismo. Defínese el carlismo, de una parte, por su defensa del ideario tradicionalista y, de otra, porque lejos de enquistarse en abstracciones, encauza su acción política de la manera más concreta, defendiendo la dinastía legítima frente a la usurpación ocurrida en 1833. Su historia demuestra que es el movimiento legitimista más antiguo de lo que otrora fuera la Cristiandad, pues mantiene los derechos sucesorios que asistieron a los monarcas legítimos —carlistas— y que hoy se encarnan, según las leyes sucesorias españolas, en Don Sixto Enrique de Borbón, como regente primero y luego como rey, o abanderado de la causa tradicionalista. Por su lado, el ideario carlista enlaza con las más profundas y perdurables enseñanzas políticas del occidente cristiano, desde Aristóteles hasta la pléyade de pensadores carlistas, pasando por Santo Tomás y los tratadistas políticos de la escolástica española, de modo que también por su solidez, coherencia y universalidad contrasta el carlismo con la Babel política de los últimos siglos.
No faltan hoy quienes confunden el verdadero carlismo con esperpentos fabricados por la propaganda democrática, o lo identifican con alguna de las tergiversaciones nacidas de claudicaciones más o menos profundas. Y, sin embargo, el carlismo, que hasta no hace mucho hablaba con orgullo de «las masas carlistas», ha sabido no sólo defender sus venerables doctrinas frente a las nuevas circunstancias, sino crear un estilo y un modo de vida adaptado a las condiciones adversas que siempre lo han rodeado. La web que ante ti tienes ¡oh lector! pretende, con la ayuda de Dios, darte a conocer el genuino carlismo y tiene la esperanza de que te inclines a adoptar una forma de pensar y de vivir que se defiende por sí misma.
Tomado de la página oficial de la Comunión Tradicionalista