El día de mañana domingo segundo después de Pentecostés, el Estado mexicano designa el día para las votaciones intermedias que cada 3 años usa para reforzar el sistema liberal partidista que lleva imperando en nuestro país desde hace 100 años (aunque no siempre de la misma manera), los mandatos inicuos de la llamada «Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos» que ha venido ha ser el texto que justifique por «ley» toda arbitrariedad contra la ley natural, y no se diga la positiva divina. Es por ello que es deber de todo católico que se precie serlo: resistir por justicia y por bien común a la antes dicha Constitución con los medios que el artificial Estado le vaya dejando, no siendo uno de ellos el votar por partidos de manera negativa o por un supuesto mal menor o como remedio de una supuesta implantación del comunismo del partido en turno izquierdista. Este último discurso de miedo es propagado por libertarios gringos o agringados tan anticatólicos como los blancos de sus ataques no debería entrar en el ánimo de los católicos ni mucho menos hacer caer en la tentación liberal voluntarista de tener por máxima: «católicos en política», trocando la verdadera política católica y abandonar así lo importante por lo «urgente». Los falsos dogmas del liberalismo modernos son, recordemos, los siguientes:
La voluntad del pueblo es la ley suprema; la autoridad emana de la multitud; el número de la fuerza decisiva, y la mayoría o la prevalente voluntad de un partido, creadora exclusiva del derecho. Esto trae como consecuencias: la nivelación mecánica del hombre tomados como masa; la artificiosa agrupación de los ciudadanos, según tendencias egoístas; la prepotencia de partidos que defienden intereses parciales antes que el bien de todos. A la postre degenera en tiranía…
«Cuadernos de magisterio político» Comunión Tradicionalista Reinos del sur
No es posible por principio instaurar el Reinado de Cristo Rey bajo los postulados erróneos de la Revolución, esto último ha sido denunciado y explicado no sólo por el Magisterio de la Iglesia de Pío IX (afirmado con el famoso: «Non expedit») y León XIII, sino los hechos de la historia misma nos ha demostrado el fracaso de intentar una democracia «cristiana» ya sea en nuestro país o en el mundo. En consecuencia, el domingo 6 de junio, la única opción razonable por el bien común es la Abstención.