Los Regimientos de las Órdenes militares II

Guerra de liberación de 1808

En el año anterior (1793), el Duque de Arión fue dado de baja en el Regimiento, sustituyéndole D. José Fernández de Abascal, a quién el Consejo, en 7 de noviembre de 1794, propuso a S. M. para merced de hábito en una de las Órdenes militares, por estar mandado que a ellas perteneciese el Coronel del Regimiento; el Rey se la concedió de Santiago en Enero de 1795, y en Abril tomó el hábito de Caballero lisa y llanamente, sin dispensación alguna; profesó en Lisboa en Julio de 1805, siendo Mariscal de Campo y electo Virrey del Perú. Hecha la paz, volvieron los batallones segundo y tercero a Ocaña, de donde salieron nuevamente en Septiembre para el Puerto de Santa María, en el que se les reunió el primero, procedente de Cataluña, una vez regresado de Francia, donde estaba prisionero. La paz con Francia origina la guerra con los ingleses, y en su consecuencia, en 1796 se estableció el bloqueo de Gibraltar por un cuerpo de ejército de 22,000 hombres; al segundo batallón del Regimiento de Órdenes, al mando del Teniente Coronel D. Tomás López de Soto, le tocó acuartelarse en Dos Barrios, en Septiembre de dicho año; un temporal deshecho que reinó en Diciembre cortó la comunicación con Algeciras, y estuvieron una semana sin rancho, alimentándose con la hoja de rábano y la médula del palmito; en Febrero del año siguiente fue a la Serranía de Ronda, y después de prestar buenos servicios en Andalucía, se embarca a mediados de Junio de 1799 en el navío de guerra Conde de Regla, para Galicia y cerca de la Coruña bate en tierra a los ingleses desembarcados en Doninos: a los siete meses de operar con las fuerzas navales, vuelve a reunirse con su Regimiento en San Fernando, cuya ciudad guarnecían el primer y tercer batallón desde 1797. En 1800 sufre la fiebre amarilla, de la que sucumbe su Coronel D. Antonio Deza, veinte Oficiales y la mitad de la tropa; sustituye a Deza el Coronel D. Juan Carlos de Areizaga, que en 1802, en el Puerto de Santa María, vistió el hábito de Caballero de Santiago, como también lo había vestido su antecesor en 1799, en cuyo año ordenó S. M. que al Coronel que no tuviera facultades para costear las pruebas, se satisfaciesen por el tesoro de las órdenes; sin embargo de pérdidas tan grandes, el Regimiento ocupa los puestos de defensa contra la escuadra inglesa, presentada en Cádiz, en cuya ciudad da la guarnición hasta 1807 en que forma parte de la división del General Solano, Marqués del Socorro, que en unión de las tropas francesas, al mando de Junot, invaden Portugal por Extremadura en 1º de Diciembre. Cuando en Mayo de 1808 estalla de nuevo la guerra contra Francia, contaba el Regimiento con sólo 778 plazas, por lo que hubo necesidad de reorganizarlo en el Puerto de Santa María, llegando a tener 3,500 hombres de fuerza, que se instruyeron en Utrera, sin levantar mano; así es que se pudo formar parte del ejército de Castaños, acampando el 12 de Julio en los olivares de Arjona, bajo el mando del Mariscal de Campo Marqués de Coupigny; emprende el movimiento sobre Bailén al día siguiente, y al medio día del 18 vivaquea entre el pueblo y los olivares, teniendo a su derecha la carretera que va á Andújar; el 19 reciben la orden las compañías de granaderos de colocarse en uno de los olivares, a la derecha de la línea, para observar los movimientos de los franceses, que trataban de envolver nuestra derecha; entrando en fuego no repararon en un escuadrón de coraceros que tenían a su espalda, hasta que, viniendo sobre las compañías, las intimaron la rendición; éstas se vuelven contra el escuadrón, que deshacen, cubriendo el campo de cadáveres, huyendo a rienda suelta el que pudo salvarse; en este choque fueron heridos el Capitán D. Pedro Nieto y el Subteniente D. José Caballes; libre el paso, los granaderos se incorporaron al primero y al segundo batallón, que formaban la extrema derecha; la izquierda la componía el tercer batallón; esta distribución del Regimiento prueba la confianza que merecía a su general. Para desalojar al enemigo de las posiciones que antes habían ocupado sus guerrillas de infantería, se formó una columna compuesta de los dos primeros batallones de Ordenes con el Regimiento de cazadores a caballo de Olivenza; pero la retirada precipitada de éstos impidió la operación, y los batallones tuvieron que replegarse sobre la línea. Reunidos poco después con el tercer batallón. el Regimiento tomó posición por escalones, en el olivar de la izquierda de la carretera a Andújar, y en momento oportuno, con dos compañías de granaderos del Regimiento de Jaén, emprenden la marcha sobre la ermita de San Cristóbal, a pesar del terrible fuego de dos batallones franceses que ocupaban aquel puesto, y del que fueron desalojados por nuestra columna; suspendido el combate en toda la línea por orden expresa del general francés Dupont, se verificó la rendición de su cuerpo de ejército, inclusa la división Vedel. La importante parte que en esta célebre batalla tomó el Regimiento de Ordenes, lo prueba el haber tenido diez Oficiales heridos y más de seiscientas bajas de tropa entre muertos y heridos: terminada la rendición y entrega de armamento y trenes de los franceses, pasa el Regimiento de Ordenes a Andújar, de donde sale en Agosto con su división para Madrid, recibiendo a su entrada grandes aclamaciones de pueblo; se alojó en el cuartel de Guardias de Corps, y no fue larga su estancia, porque en Octubre sale para operar sobre el Ebro. Parece que el destino le trajo en 1809 a pelear en Uclés, cabeza de la Orden de Santiago; pero con menos fortuna que aquellos cuyas glorias representaban, y que tuvieron la suerte de que su casa no cayera nunca en poder del sarraceno, el Regimiento de Ordenes en la presente ocasión sufrió las tristes consecuencias de la derrota de Uclés, pero logró salvarse de caer prisionero, marchando a Tórtola, en medio de los mayores trabajos y peligros. En 1810 recuerdan estos valientes a los héroes Santiaguistas que en la batalla de Alarcos, en 1195, supieron morir con su General Maestre a la cabeza, antes que huir delante del enemigo; fue Matamulas, en Sierra Morena, al mando de su Sargento Mayor don Demetrio O’Daly, sostuvo una lucha tan terrible y desigual, que el general de la división, D. Gaspar Vigodet, les mandó por tres veces que se retiraran; pero estos valientes prefieren la muerte a su salvación, que sólo logran unos 30 hombres, que, con O’Daly a la cabeza, van a Murcia a reorganizarse con quintos del país y Oficiales de cuerpo suprimidos. Formado de nuevo el Regimiento, se embarca el 13 de Mayo en Cartagena para la isla gaditana, a donde llega el 13 de Junio, defendiéndola en 1811 con gran denuedo en el ataque del puente de Barcas, en la noche del 3 al 4 de Marzo, ataque muy sangriento y en el que quedaron prisioneros el Coronel D. Alejandro Hose, Teniente Coronel D. José Ceballos, Sargento Mayor D. Juan Loarte y 13 Oficiales, todos los cuales en Jerez de la Frontera lograron fugarse. El 5 asistió el Regimiento a la batalla de Chiclana; el Mariscal Soult le distinguió publicando un bando para que a la Oficialidad de Ordenes no se le diese cuartel; la Regencia, en su vista, le mandó de guarnición a Ceuta, pero el Regimiento no se conforma con la inacción, ya las compañías de granaderos se embarcan para el campo de Gibraltar, a fin de auxiliar al cuarto ejército, que se había replegado bajo el cañón de la plaza. Uno de los batallones bisoños se desbanda y desordena algo al Regimiento de Ordenes, a pesar de haberle éste recibido con la punta de sus bayonetas, lo que originó que la caballería francesa le cargase al replegarse a la orilla derecha del Guadalete; el Subteniente abanderado, llamado Villanueva, fue alcanzado por un dragón que a toda costa quiere apoderarse de la bandera; nuestro Oficial decide salvarla, aunque cae herido a cuchilladas; su enemigo se apea y le quita la bandera, que recupera Villanueva, exánime como estaba, por un supremo esfuerzo de valor; este hecho se repite, y apoderado nuestro valiente por tercera vez de su querida insignia, es muerto el francés por un jinete español que llega a tiempo de resolver la lucha a favor de Villanueva, que apenas tenía vida; sin embargo, arroja el asta, que no podía ya sostener, se arrolla la tela a su cuerpo, y es llevado por algunos de sus soldados al frente de su Regimiento, que le saluda con gran entusiasmo, admirando al Oficial que ha dado la vida por su bandera, porque Villanueva murió en el hospital de Algeciras, al que fue trasladado, y en donde le visitó y felicitó el General Ballesteros; su heroicidad quedó señalada con su sangre en la insignia de su Regimiento. La Regencia del Reino reprendió severamente a Ballesteros, por exponer este Regimiento a la saña del francés , y dio orden para que inmediatamente se embarcara para Cádiz; el General dilató el cumplimiento hasta Septiembre, y lo hizo dejándole en cuadro, repartiendo su fuerza entre los demás cuerpos y quedándose con una de las más brillantísimas compañías de cazadores que agregó a su guardia pretoriana. En San Fernando recibió el Regimiento reclutas para su reorganización, en la que cambió el número 10 que tenía por el 25, entre los de su arma; levantado el sitio de Cádiz pasó al Puerto de Santa María, reducido a un solo batallón, para formar parte de la división allí acantonada. En abril de 1813 salió de Andalucía para reforzar al ejército del Pirineo occidental; en su marcha contribuye a la toma del castillo de Pancorbo en 30 de Junio, y desde el 7 de Julio forma parte de las tropas que bloquean a Pamplona, asistiendo el 29 y 30 a las batalla de Sorauren; pasa después a la frontera a las órdenes del Brigadier Aymerich, combate gloriosamente y derrota al francés en las formidables posiciones de Larrun el 7 de Octubre; al siguiente día desaloja de las de Santa Bárbara, a la vista de Wellington, que aplaude su comportamiento; el 13 defiende los reductos del campo de Sara, y el 10 de Noviembre pelea victoriosamente en las alturas de Añoa, pasando al bloqueo de Bayona; así concluyeron los servicios del Regimiento de Ordenes en esta nueva guerra de reconquista e independencia de España, recuerdo de aquella otra gigantesca en que nacieron las ilustres milicias, origen de los ejércitos permanentes, y cuyas cruces de Santiago, Calatrava y Alcántara ostenta el nuevo Regimiento, con el valor y virtudes de aquellos esclarecidos varones de imperecedero recuerdo. (continuará)…

«Las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. Su origen, organización y estado actual». Ángel Álvarez de Araujo y Cuellar. pp. 197-201.

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