«Tan subvertidos estaban los criterios, que hasta los “trigarantistas” llegan a plantearse ofrecer el trono de México al denostado Fernando VII. A condición de negar el bien común acumulado, se está dispuesto incluso a entronizar al máximo responsable de la decadencia del bien común actual: muera la patria y viva el mal gobierno. Absolutismo y liberalismo, (…), por encima de sus palpables diferencias, están íntimamente identificados en su rechazo de la doctrina política católica».
José Antonio Ullate